David Phillips
Paquimé en 1987 (vista panorámica).
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Paquimé: El Punto de Partida para Cualquier Estudio de la Cultura Casas Grandes
La cultura Casas Grandes (o cultura Chihuahua) siempre ha sido la mejor conocida de las culturas prehistóricas del noroeste de México. El reconocimiento internacional de la cultura surgió de su cerámica polícroma (bastante popular en el mercado negro internacional) y de las ruinas del sito principal, Casas Grandes o Paquimé. Aún así, los arqueólogos sabían poco de la cultura hasta el proyecto dirigido por Charles Di Peso de la Fundación Amerind (Di Peso 1974; Di Peso et al. 1974) con el apoyo de Eduardo Contreras del INAH (Contreras 1970, 1985).
El trabajo que hizó Di Peso en Paquimé sería bastante para atraer la admiración de la profesión arqueológica, pero además construyó una secuencia cultural para todo el noroeste de Chihuahua. La secuencia propuesta por Di Peso se ha modificado pero todavía es el mejor modelo para interpretaciones cronológicas de la cultura Casas Grandes. Es importante reconocer que la secuencia es en base a trabajo en el parte noroeste del estado, y que en otros zonas las trayectorias históricas de la cultura pudieron ser diferentes. No obstante ese aviso, todos los tratamientos de la cultura Casas Grandes deben comenzar en el noroeste de Chihuahua.
Después del colapso de las aldeas grandes de la cultura Mimbres, ca. 1150 d.C., esta parte de Oasisamérica parece haber sufrido medio siglo de desorden. En ca. 1200 un nuevo orden social, el período Medio de la cultura Casas Grandes, cristalizó, durando hasta ca. 1450 d.C. (Phillips 2008). El centro principal del nuevo orden, Paquimé, incluyó un núcleo de edificios con tres o más pisos, y con muros macizos de adobe, al márgen de una terraza natural del río Casas Grandes. Alrededor de este núcleo se encontraron estructuras mas bajas (probablemente de un solo piso), montículos ceremoniales, y canastas de pelota (Phillips y Bagwell 2001).
Paredes macizas de adobe en Paquimé. Foto compuesta, por
D. Phillips. Museo Maxwell, Nos. de catálogo 2007.80.390
y 2007.80.391 (vea la nota final).
Contrera (1985) y Di Peso et al. (1974) han detallado los métodos de construcción en Paquimé. Los elementos arquitectónicos más notables incluyen cuartos con planes irregulares, cuartos grandes soportados en postes, entradas en forma de tau, estufas elevados, y plataformas para dormir o conducir otras actividades domésticas, o quizáz para el almacenaje. El sitio incluyó un canal de agua doméstica y una sistema de drenaje. El tamaño total fue 36 hectáreas, más o menos (Whalen y Minnis 2009:199). John Roney ha observado caminos prehistóricos cerca de Paquimé, y ciertos razgos arqueológicos observados por Adolfo Bandelier en la parte este del sitio parecen ser parte de otro camino (vea Lange y Riley 1970:296). Los caminos prehistóricos, la gran cancha de pelota en forma de I, los montículos ceremoniales, y los cuartos de entrada con columnas todo indican que los Paquimeños fueron eran conscientes de la arquitectura pública de Mesoamérica.
El dominio cultural de Paquimé se indica por los tesoros ahí depositados. Un solo cuarto contuvo más de un millón de conchas del mar. El sitio incluyó jaulas para la crianza de guacamayos, y cientos de entierros de dichos pájaros. Los artefactos del sitio incluyen objetos de cobre de Mesoamérica, y de turquesa del suroeste del los EE.UU.—pero no muchos—para esas dos materias, Paquimé no fue un destino final.
En la cima del cerro de Moctezuma, 5 km al oeste de Paquimé, se encuentra una estructura de plan circular, o atalaya, quizás para hacer señales de fuego o humo. En el noroeste de Chihuahua hay varias estructuras en cimas, visibles entre sí, que quizás formaron una sistema de comunicación (Swanson 1997, 2003). Otros hallazgos en el cerro de Moctezuma incluyen una cueva, una aldea pequeña con paredes de adobe y piedras (El Pueblito), una cisterna, una zona agrícola con un horno, y senderos (Pietzel 2003, 2007). Esta combinación de construcciones ha convencido Pietzel que el cerro de Moctezuma sirvió como una extensión de Paquimé, donde "ritos sagrados de una importancia regional pudieron performarse y transmitirse por toda la paisaje regional" (Pietzel 2007:366).
El Pueblito, en el cerro de Moctezuma. Fuente:
G. Rakita.
Los sitios Casas Grandes del período Medio se pueden reconocer facilmente, por razón de su cerámica polícroma. Los tipos formales incluyen dos estilos de pintura polícroma, el "estilo Babícora" y el "estilo Ramos" (Phillips 2009). En el estilo Babícora la pintura negra no toca la pintura roja. Este estilo occurre en el tipo Babícora Polícromo (vasijas con superficies lisas, sin engobe) y en la mayoría de las vasijas Villa Ahumada Polícromo (engobe pálico), Carretas Polícromo (arcilla cocida casi naranja), y Huérigos Polícromo (la misma arcilla usada en Carretas, pero con engobe pálido). El estilo Babícora desarrolló de estilos del periodo Viejo tardío. En contraste, el estilo Ramos, donde la pintura roja se rodea por pintura negra, parece ser intruso, y quizás derivada del tipo Mimbres Polícromo del suroeste de Nuevo México. El estilo Ramos occurre en vasijas de Ramos Polícromo y en algunos ejemplares de Villa Ahumada, Carretas, y Huérigos Polícromo.
Izquierda: Babícora Polícromo; Museo Maxwell, No. de
Catálogo 65.24.35. Derecha: Ramos Polícromo; Museo
Maxwell, No. de Catálogo 68.13.33 (vea nota final).
Los tipos formales polícromos se agrupan en ciertos áreas (vea la próxima figura). Los tipos también demuestran diferencias por el tiempo (Rakita y Raymond 2003), pero faltamos de estudios adecuados de la cronología cerámica del período Medio.
Distribución de los polícromos Casas Grandes del
período Medio. También se pueden ver fases
contemporáneas de culturas cercanas. Tomada de Fish et al.
(2006, Figura 3.10), en base a Carpenter (1992).
Las vasijas polícromas mas finas son casi todas Ramos Polícromo. Las abilidades artísticas demostradas en algunas vasijas de tipo Ramos, en combinación a la estandardización y el contenido iconográfico, indican que son más que artesanías. Sprehn (2003, 2006) ha concluido que algunos de los alfareros Casas Grandes fueron especialistas, y que "algunas vasijas parecen ser productos para el uso exclusivo de elites" (tr. de Sprehn 2006:48). En Paquimé, vasijas enormes de tipo Ramos fueron usadas como urnas funerarias para líderes de la comunidad (Di Peso 1974).
Las riquezas de Paquimé, y su "sabor" Mesoamericano, impulsaron Di Peso a proponer un modelo radical, el concepto puchteca. Según Di Peso, comerciantes-guerreros Mesoamericanos de la época Tolteca influyeron y después dominaron la trayectoría histórica de la región. Una vez que colapsó la hegemonía Tolteca, Paquimé se encontró desprotejido y finalmente fue saqueado. Unos cuantos sobrevivientes continuaron en la Sierra Madre Occidental, donde lucharon contra la expedición de Ibarra antes de desaparecer.
El modelo puchteca ha ganado poco apoyo entre los arqueólogos, en parte porque da un papel enorme a los mesoamericanos, sin evidencia directa de individuales o barrios extranjeros, y en parte dada la cronología defectuosa propuesta por Di Peso. Miguel Whalen y Pablo Minnis ven la trayectoria regional más un proceso local, y han resumido su posición así:
[Nuestro modelo] propone que Paquimé ocupó una posición ecológica favorable, permitiendolo prosperar y crecer más que sus vecinos. Los elites que surgieron en Paquimé usaron sus riquezas crecientes para importar algunos elementos rituales y ciertos bienes prestigiosos del ... noroeste de Mesoamérica. Ejemplares etnográficos y prehistóricos en todo el mundo demeustran que esta es una estrategia común por la cual personas individuales o grupos aumentan su poder social. De este punto de vista, Paquimé es uno de los pocos ejemplos del desarrollo autónomo de una sociedad compleja en el continente norteamericano (Whalen y Minnis 2009:201–2002).
Estevan Lekson ha propuesto, como lo hizo Di Peso, que el período Medio fue iniciado por extranjeros—pero Lekson da la culpa a los elites del cañon de Chaco. Lekson se dió cuenta que Chaco y Paquimé caen en la misma longitud geográfica, y concluyó que cuando los elites de Chaco abandonaron su tierra natal, hicieron una marcha ritual hacia el sur, marcando su ruta con grán precisión, hasta llegar al sitio donde construyeron Paquimé. Pero antes de mudarse hacia el sur, se mudaron hacia el norte, donde establecieron el sitio hoy conocido como las ruinas Aztecas (Lekson 1999).
He presentado mi crítica de Lekson en otro lugar (Phillips 2002). Mi queja principal es que Lekson se contadice. El ejemplo mas obvio es su idea de la necesidad de seguir una línea imaginaria de longitud. ¿Era posible seguir dicha linea de manera simbólica, sin precisión, o era necesario seguirla sin la menor desviación? Las "ruinas Aztecas" no se encuentran exactamente al norte de Chaco, y para ese viaje Lekson propone que no fue necesario seguir una linea exacta. Siendo esto el caso, cuando los elites de Chaco viajaron hacia el sur, deben haber desviado de vez en cuanto y no deben haber llegado a su destino en la linea exacta de la longitud de Chaco. Según la lógica de Lekson, la longitud compartida es una coincidencia.
Para los lectores no enamorados de las sutilezas lógicas, basta decir que la evidencia disponible se conforme más con un proceso de desarrollo local, que con la llegada de indocumentados de Chaco. La cerámica del período Medio es derivada de la cerámica local del período Viejo, por ejemplo, y no de la cerámica Chaco. En base a estudios por Juan Ravesloot (1984, 1988), Gordon Rakita (2001), y Cristina VanPool (2003), el liderato indígeno que surgió en el período Medio incluyó sacerdotes hereditarios, un culto de los antepasados, y rituales chamánicas para el beneficio común.
El patrón de uso de Paquimé cambió marcadamente entre su principio y su fin. Los edificios principales fueron construidos como conjuntos de cuartos grandes, e incluyeron espacios formales—es decir, fueron expresiones de una arquitectura del poder. Los espacios después fueron divididos, con paredes hasta burdos, resultando en cuartos muy ordinarios. Di Peso (1974; Di Peso et al. 1974) marcó este cambio como la división entre el fase Paquimé y el fase Diablo. Hoy es mejor sugerir solamente que el cambio occurrió después de 1300 d.C. Aunque el cambio sugiere los líderes de Paquimé perdieron su autoridad, la producción de artesanías y la crianza de guacamayos contiinuaron como antes.
Los cambios en el uso de Paquimé influyen nuestro entendimiento del "sabor mesoamericano" del sitio. Di Peso calculó una población máxima de 4,700 habitantes (Di Peso et al. 1974:198, 207). Aún si aceptamos este número, el apogeo demográfico se logró después del fin del uso de espacio al estilo mesoamericano. Antes de 1300 d.C., el número de habitantes era más bajo. De todos modos, Di Peso parece haber obtenido un cálculo demasiado elevado del tamaño del sitio, y por eso del número de habitantes (Phillips y Bagwell 2001). La población máxima debe haber sido 3,000 más o menos, comparable a las otras aldeas grandes de Oasisamérica.
Di Peso pensó que en 1340 d.C., Paquimé fue saqueado, con los muertos dejados donde cayeron. De punta de vista tafonómica, esta interpretación parece ser exagerada. Una interpretación menos extrema de los restos de las "víctimas" es que son entierros casuales, algo de interés en si mismo (vea Ravesloot 1988). Los habitantes de Paquimé abandonaron el sitio entre 1400 y 1450 d.C., durante la misma época cuando la cultura Casas Grandes desintegró (Phillips 2008). Di Peso (1974) propuso que la cultura sobrevivió en la Sierra Madre Occidental, pero los supuestos sitios tardíos parecen ser del período Medio (Phillips 2008; Phillips y Carpenter 1999).
Paquimé y sus Cercanías, El Núcleo de la Cultura Casas Grandes
Aunque Paquimé fue la aldea principal de una comunidad anciana, dicha comunidad existió antes de la ubicación de Paquimé. Trabajando con su minuciosidad de siempre, Di Peso excavó el Sitio del Convento, a poca distancia al norte de Viejo Casas Grandes, para documentar los habitantes pre-Paquimeños del valle (y en el mismo sitio, los habitantes de la época Colonial).
Los primeros miembros de la cultura Casas Grandes quizás producieron vasijas sin decoración. La única evidencia para tal fase consiste en depósitos escasos de cerámica no pintada, encontrados en la Sierra Madre por Lister (1958). La secuencia cultural trazada por Di Peso empieza con las fases Convento y Pilón del Período Viejo (más o menos desde 600 a 1000 d.C.), fases caracterizados por cerámica rojo-sobre-café. Los habitantes del Sitio del Convento construyeron pequeñas casas de foso (pit houses). Una estructura era más grande que las otras, y pare haber sido para rituales al nivel de la comunidad.
En el fase Perros Pravos (1000 a 1200(?) d.C.), los habitantes del sitio construyeron grupos de dos o tres cuartos de superficie, conectados por paredes exteriores, así definiendo plazuelas. El casa de foso grande continuó en uso. Algunas vasijas fueron hechos con cuellos texturizados y con pintura roja y negra, produciendo la primera cerámica polícroma de la cultura Casas Grandes. Bienes importados incluyeron cuencas de Mimbres Negro-sobre-blanco (del norte) y unas cuantas piezas de cobre (de Mesoamérica). Muchos sitios Casas Grandes han producido telpalcates de Mimbres Negro-sobre-blanco, por la cual parece que las aldeas tardías del período Viejo eran parte de una sistema ritual dominada por la cultura Mimbres. En esta sistema, las aldeas Mimbres parecen haber servido como anfitriones, mientras que habitantes de las otras aldeas (incluyendo aquellas de la cultura Casas Grandes) fueron sus huéspedes. Por lo general, los restos del Período Viejo en el Sitio del Convento no dan ninguna indicación que el valle local era en punto de hacerce uno de los grandes centros de Oasisamérica.
(Los restos del Período Viejo expuestos en el Sitio del Convento parecen aquellos encontrado por Jane Kelley y sus colegas en la zona sur de la cultura Casas Grandes. El patrón de asentamiento parece incluir cienes de aldeas pequeñas en base a la agricultura, en múltiples valles al costado este de la Sierra Madre Occidental. En otras palabras, la comunidad que dió vida a Paquimé era uno de un gran número de comunidades contemporáneas.)
En el Período Medio, igualmente, Paquimé era parte de una comunidad de aldeas. Arturo Guevara (2006) ha documentado la aldea de Buena Fé al otro lado del río de Paquimé, y también el Sitio del Ojo del Varaleño, donde se encuentra el manantial que sirvió la sistema de agua potable en Paquimé. La mayoría de nuestros datos sobre la comunidad local vienen de un proyecto de muchos años, de Miguel Whalen y Pablo Minnis, incluyendo sus excavaciones en el Sitio la Tinaja. Dicho sitio se encuentra en un valle pequeño cerca de Paquimé, e incluye varios montículos de habitaciones al lado de un arroyo, y también una cancha de pelota de forma I. Entre 2000 y 2002, el proyecto excavó 36 cuartos, que incluyeron habitaciones y cuartos de almacenaje. Los habitaciones eran más grandes e incluyeron estufas. Las puertas eran rectangulares y de forma de Tau. La mayoría de la piedra tallada era de reducción casual (expedient reduction). Los excavadores encontraron numerosos metates y manos. Una serie grande de muestras de radicarbono indica que el apogéo habitacional ocurrió entre 1350 y 1400 d.C. (Whalen y Minnis 2006). Whalen y Minnis (2001) han concluido que Paquimé controló solamente las aldeas a una distancia de uno o dos días a pie, y que un modelo peer polity (comunidades independientes, al mismo rango de poder) explica el patrón general para el período Medio. Conclusiones bastantes diferentes a aquellos de Di Peso, quien vió Paquimé como el centro de una vasta telaraña de comercio y control.
Una vez que nos liberamos del modelo puchteca, nos liberamos para poner cuestiones ordinarias sobre la prehistoria local, por ejemplo, ¿como se sostenieron la gente? Suponemos que Paquimé y las aldeas vecinas tomaron ventaja de las tierras fértiles y facilmente regadas del valle local, pero la agricultura moderna ha borrado los campos y canales antiguos. Whalen y Minnis (2007) han documentado pequeñas trincheras (check dams) y otras estructuras agrícolas fuera de las llanuras de inundación, y sugieren que son "campos de caciques" (campos mantenidos por la gente ordinaria, para el beneficio de sus líderes). Podemos anticipar que con el enfoque teorético actual, en poco tiempo sabremos mucho más de la vida cuotidiana prehistórica en el noroeste de Chihuahua.
Nota: Para las fotografías con números de catálogo, © derechas reservadas por el Museo Maxwell de Antropología, Universidad de Nuevo México. Se puede obtener copias de alta resolución del achivo fotográfico del museo. Es importante tomar nota del número de catálogo. Para mas información, visite la página web del archivo fotogáfico.